Argentina
May 20, 2024
Sabina Mahuad, líder de Plant Health Product Develop de Bayer, quien disertará en el Congreso Maizar, brinda pautas para dimensionar el gran desafío que enfrenta el cereal.
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La chicharrita del maíz y el complejo spiroplasma ya no son una novedad, el conocimiento de de sus dinámicas está demandando los mayores esfuerzos por parte de toda la cadena del maíz para que la experiencia de la campaña 2023/24 no sea en vano y que el conocimiento adquirido permita diseñar una estrategia sustentable hacia adelante.
Como proveedor de genética maicera de calidad, Bayer tiene un rol central en ese objetivo. Sabina Mahuad, líder de Plant Health Product Develop de Bayer para el ConoSur, es una de las especialistas que vienen siguiendo muy de cerca la evolución del problema y que mejor pueden explicar las variables que entran en juego en la búsqueda de soluciones.
Para que se dé la epifitia de spiroplasma, explica, tienen que ocurrir varias cuestiones. “Por un lado tiene que haber un hospedante susceptible, un complejo de patógenos que sean efectivos, un ambiente que sea favorable para el patógeno, y en este caso puntual se suma otro agente causal que es el vector, o la chicharra. Esa chicharra es una especie que es monofaga del maíz y tiene condiciones subtropicales o tropicales”, detalla.
En los últimos años en Argentina se está dando una subtropicalización de la zona templada que se combina con una expansión del área agrícola hacia el norte, sobre todo del maíz de fechas de siembra tardías, con un posicionamiento de germoplasma templado en ambientes subtropicales. “La sequía de años anteriores ha llevado a que hubieron muchos lotes de maíz que no fueron cosechados y que han quedado con plantas voluntarias de maíz, que sirven como puente verde para la expansión del vector. Por las condiciones ambientales que se fueron dando se pudo desplazar desde el área subtropical a la zona templada, se dio todo el ambiente propicio para que el vector se multiplique y se pueda expandir siguiendo o acompañando las fechas de siembra del maíz”, describe la especialista.
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La gran pregunta que emerge ben este contexto es cómo se prepara el sector productivo para la próxima campaña, y puntualmente qué herramientas puede aportar el sector semillero, que es clave en la cadena del maíz.
“Toda esta situación llevó a que revisáramos cuáles son las mejores prácticas agronómicas a llevar a cabo en la poscosecha de maíz para lo que es el manejo de lo que llamamos plantas voluntarias, o sea, aquellos granos de maíz que pueden encontrar las condiciones para volver a germinar y ser un hospedero para la chicharra en la próxima campaña”, dice Mahuad, y aclara que no existe una sola receta para controlar el problema.
“La toma de decisiones va a depender muchísimo de la situación, del punto de partida y de cómo se den las condiciones durante el año. Lo primero que el productor debería hacer es mantener y entender su sistema productivo. Entender su lote, entender la dinámica del vector, saber estimar cuántos individuos pueden estar hoy en su lote que pueden llegar a ser un foco de infección para el siguiente año”, explica.
Otro punto a seguir muy de cerca es el factor climático, ya que las heladas pueden ser un limitador natural para la plaga.
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La selección de fechas de siembra, por supuesto, será otra variable determinante. “Una fecha de siembra temprana en la zona núcleo es una estrategia favorable para el manejo y reducción del riesgo asociado a esta enfermedad”, dice Mahuad, y agrega que el tratamiento de semillas puede ayudar en los estadios iniciales de implantación del cultivo hasta B2 o B3.
“Una buena fertilización -agrega-, donde nosotros aceleremos la tasa de emergencia y establecimiento del cultivo, puede ayudar a mitigar esta enfermedad. Y claro está, el control químico en base a monitoreo de vectores en periodos vegetativos. Esto debemos asociarlo también a la selección de germoplasma tolerante que puede estar disponible en los catálogos de las empresas”.
Como todos los desafíos que se le presentan al sector agropecuario, la expansión de la chicharra y los patógenos que transmite está generando una respuesta articulada entre diferentes actores de los ámbitos privado y público, que se traducirá en nuevas capas de conocimiento y en más herramientas de acción de cara al futuro.
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En el contexto del Congreso de Maizar 2024, Sabina Mahuad participará en un panel junto a otros especialistas en el que se abordará estas estrategias y conocimientos comunes.
“Venimos trabajando desde la industria semillera junto con distintas entidades como CREA, el INTA y Aapresid para armar un sistema de monitoreo nacional que se está proponiendo que aglutine a todas las entidades que trabajamos en el agro, desde las públicas a las privadas, con el objetivo de monitorear por un periodo de 1 a 3 años la dinámica de este vector, con la intención también de poder mapear la distribución de los patógenos que este vector está transmitiendo, que en realidad son el verdadero riesgo. Si bien este año se dio como un hecho fuera de lo común, nada limita que pueda volver a repetirse”, advierte la especialista de Bayer.