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Junto a Bayer, 162 productores avanzan en la captura de carbono


Argentina
September 15, 2023


 

El programa Pro Carbono analiza las mejores herramientas para mejorar el balance ambiental de cada lote sin perder productividad.

La descarbonización de la agricultura es no sólo una obligación, sino también una oportunidad. Es la posibilidad de mostrarle al mundo que en el campo, más que un problema, hay una solución.

“Lo primero que hay que entender es que la agricultura hoy está en el ojo de la tormenta y tenemos una oportunidad única. En el mundo la agricultura genera más o menos un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero, y en Argentina, contando lo que es agricultura, ganadería y cambio de uso de suelo, es el 37 por ciento. Entonces, por un lado, tenemos que empezar a trabajar en cómo medimos y cómo reducimos esas emisiones en la agricultura. Y por otro lado tenemos algo que es único casi, que en muchas industrias envidiarían, que es la posibilidad de capturar carbono en los suelos”, explica el ingeniero Pablo Leguizamón, líder del programa Pro Carbono, la iniciativa con la que Bayer busca dar una respuesta concreta a estos desafíos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) realizó un estudio en el que afirma que el 25 por ciento de lo que se emitió en los últimos 20 años puede volver a los suelos si se utilizan prácticas regenerativas, con una agricultura más intensificada y sustentable. 

En este contexto, Bayer identifica que es un tema estratégico en el que hay que trabajar. Entre otras cosas, la empresa se comprometió a alcanzar la neutralidad de sus operaciones para el 2050 y a colaborar en que los productores puedan reducir las emisiones un 30 por ciento hasta el 2030. Suena desafiante, ambicioso, pero existen herramientas para avanzar en ese camino de reducir la huella y aumentar la productividad.

 

“Esto es una transformación, un cambio de hábito que estamos tratando de impulsar desde Bayer. Cada vez son más los actores que van en este camino colaborativamente con los productores, entonces se necesita mucha información, mucha comunicación, mucho dato. Primero hay que hacer un cambio de lógica, dejar de pensar en un cultivo, en una campaña, y empezar a pensar en sistemas de al menos tres años. Después, lo que estamos proponiendo como base es la siembra directa, la no remoción de los suelos. Hay muchos estudios que comprueban que esto ayuda a la regeneración de los suelos, a la biodiversidad, a mantener el carbono. Otro pilar es la incorporación de cultivos invernales ya sea comerciales o de cobertura. Tratamos de que la mayor parte del año los lotes estén verdes, que estén vivos”, dice el líder del proyecto Pro Carbono. 

Con esa premisa bien instalada, desde Pro Carbono se trabaja para incrementar los niveles de productividad de cada cultivo, ya que de esa manera se aumenta también la captura de carbono y se aporta más biomasa a los suelos. En esa búsqueda, Leguizamón destaca cuatro pilares específicos que son la genética y la biotecnología de punta, la agricultura digital al servicio de la agricultura de precisión, la fertilización precisa y la protección de cultivos.


“La pregunta es cómo somos más eficientes, cómo con menos hacemos más a través de prescripciones de siembra, de fertilización, entendiendo cada uno de los ambientes que tenemos en nuestros campos”, dice, y pone el ejemplo de los fertilizantes, que en algunos casos llegan a representar hasta el 60 por ciento de las emisiones. “Es muy importante entender cuáles estamos usando, qué producto, y hacerlo de una manera lo más racional posible, tratando de devolverle al suelo todo lo que le quitamos con cada uno de los cultivos y cada una de las cosechas”, remarca.


En un campo experimental en Pergamino, Bayer viene analizando estas variables desde hace diez años, y los datos obtenidos ahí se ponen bajo observación en 50 puntos diferentes del país para entender cuáles son las mejores prácticas a adoptar en cada una de las zonas y cómo impactan. Ahora, a través de asesores externos y consultores Pro Carbono, se evalúa cómo todo el paquete de recomendaciones de manejo se adapta específicamente a la situación de cada uno de los productores que están en el programa y de cada uno de los lotes. “Esto es muy importante porque los puntos de partida son muy distintos, los suelos de cada uno de los lotes son distintos, las prácticas que viene haciendo cada uno de los productores”, dice.

Siembra directa, cultivos de servicios, biodiversidad. Son elementos de un pensamiento sistémico, una mirada holística de la agricultura. En eso están 162 productores que ya participan del programa Pro Carbono en la Argentina, aplicando el conocimiento y la tecnología desarrolladas por Bayer para reducir su impacto y empezar a medir los resultados. El rumbo está claro. La rueda ya está girando.

“Es impresionante la demanda de información que tenemos, de los productores que están en el programa y en cada uno de los eventos de los que participamos o de los lugares a los que vamos. Siempre el productor quiere entender más, quiere saber más, qué puede hacer, qué resultados están teniendo. El tema está en boca de todos, realmente los productores están ávidos por implementar este tipo de prácticas y no lo hacen a ciegas, tienen que estar convencidos de que eso no va a impactar en la productividad ni en la rentabilidad”, explica Leguizamón. 

La senda que comienza a andar el proyecto Pro Carbono de Bayer es larga y ambiciosa, pero indispensable. Uno de los grandes desafíos que aparecen en el horizonte es cómo conectar toda la cadena, desde el productor que está haciendo bien las cosas hasta la demanda del consumidor alemán que está buscando un producto bajo en huella de carbono. En ese aspecto es fundamental el rol que juegan las herramientas digitales. “Tener las operaciones digitalizadas, empezar a relevar todo lo que se hace y convertirlo en datos nos va a llevar a que la huella de carbono pueda calcularse y verificarse de una manera mucho más simple. Es fundamental que el productor que todavía no se subió se suba a esta ola de digitalización, el dato cada vez va a tener más valor”, asegura. 

Hoy la agricultura participa apenas con el 0,4 por ciento de los mercados de bonos de carbono, pero las mediciones de huella son una tarea que el agro mundial está empezando a asumir. Quedan por delante profundas discusiones que habrá que transitar, pero los primeros pasos ya están dados. “La oportunidad es realmente inmensa”, concluye Leguizamón. 
 

 



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Website: https://cropscience.bayer.com.ar

Published: September 15, 2023

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