Argentina and Paraguay
March 2018
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Los paraguayos ya son el cuarto productor y exportador global de la oleaginosa. Y obtienen rindes iguales o mayores que sus colegas del podio: Brasil, EE.UU. y Argentina. Hicimos una recorrida por tierra guaraní para hablar con los protagonistas del fenómeno y contar el lugar clave que ocupa la genética de DONMARIO.
De izq. a der., Alfredo Cáceres, representante comercial de DONMARIO en Paraguay, el productor Herman Hamann, y Federico Bustos, líder de la zona Subtropical del semillero.
De izq. a der., Angelos Paniagua, desarrollista de Agrofértil, distribuidor de DONMARIO en Paraguay; Miguel Hepp, Gte. de Agrofértil; y Gustavo Giménez, desarrollista del semillero argentino allí.
Paraguay es una potencia. Sí. En materia de soja es una potencia. Es el cuarto productor y exportador mundial de la oleaginosa, luego de Brasil, EE.UU. y la Argentina. Y junto a sus dos vecinos sudamericanos constituye el bloque más importante para este negocio en el planeta.
Por eso, vale la pena recorrer sus campos, hablar con sus protagonistas y conocer cómo viene creciendo la tecnología argentina, que gana cada vez más terreno en las tierras guaraníes. Veamos.
En materia de semillas de soja, el mercado está liderado por tres empresas: Monsanto, la argentina DONMARIO y Nidera (ahora propiedad de Syngenta a nivel global), que ocupó un espacio grande con una variedad que ya tiene instalada hace muchos años, la NA 5909.
Alfredo Cáceres, representante comercial de DONMARIO en Paraguay, explica que ellos vienen “creciendo sostenidamente” y que hay en el país una fuerte penetración de la tecnología de soja Intacta, que alcanza al 40%, por la problemática de insectos que afecta a buena parte del territorio. El resto es soja RR1.
¿Pero qué es la soja en Paraguay? ¿Por qué vale la pena conocer en detalle lo que allí sucede? Algunos números ayudarán a tener estas respuestas.
En el país se siembran 3,3 millones de hectáreas y los rendimientos que vienen obteniendo en los últimos años, por arriba de los 3.000 kg/ha promedio, lo ubica en guarismos similares, y a veces superiores, a los otros tres grandes de la soja mundial: Brasil, EE.UU. y la Argentina.
El año pasado, inclusive, la cosecha fue récord, con más de 11 millones de toneladas.
La superficie sembrada viene creciendo un poco más de 3% anual promedio en forma sostenida en la última década, sobre todo en áreas en las que históricamente se hizo ganadería, y todavía tiene mucho para expandirse, lo cual habla de la oportunidad de crecimiento que tiene el negocio en el país.
Pero la soja se maneja distinto a lo que se conoce en Argentina. Y eso obliga a desarrollar genética específica para esas necesidades, para esos ambientes, y para sus diferentes problemáticas.
Miguel Hepp, gerente comercial de Agrofértil, una firma distribuidora de insumos muy importante en Paraguay, que es multiplicadora de DONMARIO, explica que la soja comienza a sembrarse a fines de agosto y principios de septiembre.
Eso les permite cosecharla en enero y sobre ella hacer una soja de segunda, o de “zafriña”, como dicen los paraguayos tomando un término que llegó desde Brasil junto a centenares de productores de ese país que hoy son protagonistas centrales de la agricultura paraguaya.
La zafriña agrega unas 500.000 hectáreas más de soja a la cuenta nacional. Una superficie similares se siembra de maíz de zafriña. Todo para cosechar alrededor de abril, como explica Hepp.
Luego, en muchos casos se hace una avena como cultivo de cobertura para llegar bien al final del invierno para la nueva siembra.
Pero, más allá de esa particular manera de hacer dos cosechas de soja al año, la mayoría de la superficie del cultivo se implanta a partir de la segunda quincena de setiembre y principio de octubre, cuenta Rodrigo Iglesias, gerente de Desarrollo de DONMARIO.
El experto habla mientras recorre en Obligado, a 80 kilómetros de Encarnación (la ciudad más importante del sur paraguayo) una de la veintena de estaciones de ensayos que el semillero tiene en el país.
“Acá, como es habitual en nuestro caso, trabajamos con la tecnología que usa el productor y así vamos seleccionando la genética apropiada en función de los resultados que obtenemos. A nuestros ensayos sumamos los que hacen los distribuidores, como Agrofértil, lo cual nos permite tener cada día mejor información”, explica Iglesias.
Como en todas las zonas, hay una variedad que se destaca, y ahora en esa zona es la DM62R63 STS, que ya entró en la actual campaña pero que saldrá con toda la fuerza al mercado en el ciclo 2018/19.
“Es la más vendida y nuestra mayor apuesta aquí”, resume el ingeniero agrónomo Gustavo Giménez, responsable de Desarrollo del semillero en Paraguay, rodeado de técnicos y productores que fueron a ver los ensayos de la empresa argentina.
Entre los agricultores paraguayos se mezclan distintas comunidades, o “colonias”, como ellos las llaman, con un origen geográfico específico cada uno.
Están los “brasiguayos”, que son los brasileros que llegaron desde su país y hoy muchos tienen familias nacidas y desarrolladas en Paraguay, que mezclan el portugués y el español de una manera muy particular.
Y, por otro lado, están los “gringos”, genérico que engloba a muchas colonias de inmigrantes europeos que también mantienen de manera muy fuerte sus costumbres e idioma.
En este último grupo, miembro de una colonia alemana, está el productor Herman Hamann, que tiene un campo en la zona de Morenai, entre Encarnación y Ciudad del Este, en el que DONMARIO instaló una de sus estaciones de ensayos.
Allí, Hamann relató a los argentinos los problemas climáticos que vienen sufriendo en esta campaña, con una falta de lluvias sensible en el inicio del desarrollo de los cultivos que golpeó a muchos de ellos. “Es un buen año para evaluar variedades y ver qué genética se comporta mejor ante las adversidades”, desafió el productor.
Además, contó los graves problemas que tienen con insectos y, sobre todo, con enfermedades, que los obliga a hacer hasta 5 aplicaciones de fungicidas por campaña. Por eso -explica- muchas veces buscan variedades que no cierren rápidamente el surco, para que luego los fungicidas e insecticidas que aplican puedan penetrar bien en la planta.
De hecho, contó que en los meses de junio, julio y agosto está establecido el denominado “vacío sanitario” por la roya de la soja, una enfermedad que pega fuerte en todas las regiones. Significa que en ese período no puede haber soja sembrada en el país.
Se trata de hacer sustentable la agricultura, golpeada por las adversidades propias de un ambiente y un clima difíciles. Pero aún en ese contexto, los paraguayos obtienen altos rindes.
“Es lo que más nos importa”, dice a coro un grupo de técnicos de Dekalpar, otro distribuidor de DONMARIO en el país, que visitó ensayos en la localidad de Natalio, en el departamento de Itapúa, más cerca de Ciudad del Este.
“Tenemos rindes de hasta 5.000 kilos con algunas variedades”, comentan los de Dekalpar.
Uno de los anfitriones en esos ensayos fue Federico Bustos, responsable comercial en DONMARIO de la zona Subtropical, que incluye la región norte de Argentina y Paraguay.
Bustos conoce a fondo este país. “Nosotros venimos trabajando muy fuerte desde hace 10 años, sobre todo en el desarrollo de variedades adaptadas a las necesidades locales”, destaca.
Y, así, están obteniendo resultados que son un orgulloso, para la empresa, y para la Argentina, que sigue expandiendo su liderazgo global en tecnología de soja.
En palabras de Bustos: “Ese trabajo fue el que nos permite estar ahora entre los dos principales semilleros de soja de Paraguay”.