Argentina
June 5, 2017
El semillero nacido en la bonaerense Chacabuco cierra la campaña con los dos materiales líderes en cada cultivo. En soja fue la DM4612, un grupo 4 medio con tecnología RR1, mientras que en trigo el número 1 fue Algarrobo, un cultivar del grupo de calidad 2. En soja RR2, la que subió más arriba del podio también fue de DONMARIO.
La campaña que termina, la 2016/17, marcó un renacer para la agricultura argentina. Fue la primera que se sembró con nuevas reglas de juego para el sector: sin retenciones (salvo para la soja), con libertad de mercados y con un solo tipo de dólar. Esas condiciones impulsaron a los productores a volver a invertir. Y estos, al hacerlo, pusieron al semillero DONMARIO,con base en la bonaerense Chacabuco, como líder tanto en soja como en trigo.
En soja, el principal cultivo del país, la variedad más vendida fue la DM4612, con tecnología RR1 de resistencia a glifosato. Se trata de un material del grupo 4 medio, que se adaptó muy bien a las difíciles condiciones climáticas de esta campaña, explicó Gastón Suardiaz, gerente de Ventas y Marketing de la compañía.
Mientras tanto, el trigo marcó la otra gran alegría para el semillero argentino. Es que Algarrobo, una de sus jóvenes variedades, también resultó la más sembrada del país.
En semilla de soja, la variedad más vendida del país fue la DM4612.
Al hacer un balance del ciclo, Suardiaz afirma que está claro que hubo problemas importantes por las inundaciones en la zona núcleo, con productores en situaciones difíciles que habrá que atender. Pero dijo también que los rindes promedios nacionales en soja estuvieron en los niveles históricos, incluso con algunos números muy buenos, sobre todo en el norte, en el Litoral y en el centro-norte de Córdoba.
“En el NEA vimos rendimientos consistentes por arriba de los 4.000 kg/ha, lo cual es muy bueno para la región. En el centro norte de Córdoba tuvimos un cliente que obtuvo 5.000 kg/ha de soja de segunda sobre un trigo de 5.500 kg/ha, en un lote con riego y con una variedad con tecnología Intacta del grupo 5 medio”, detalló el ejecutivo.
Y agregó que son números que marcan el importante potencial que tiene la soja para consolidar rendimientos altos en todo el país. “Es cierto que todavía hay que ajustar muchos componentes del paquete de manejo, pero está claro que quien lo hace le saca a la genética todo el potencial que tiene”, consideró Suardiaz.
En la campaña que termina, la 2016/2017, el semillero de Chacabuco no solo tuvo la variedad más vendida, sino que se consolidó como líder en soja: la genética DM representa el 50% del mercado.
Pero así como tuvo la variedad de soja más vendida con tecnología RR1, en el segmento de RR2 la genética del semillero también es la número uno.
Los de Chacabuco están acostumbrados a liderar el mercado sojero, pero lo que no era una costumbre era estar en lo más alto del podio en trigo. En el ciclo que se cierra volvieron a estarlo. Y allí tienen otro motivo más para celebrar.
Es que en este cultivo los productores respondieron con entusiasmo a un marco más previsible para el negocio y se lanzaron a implantar una superficie mayor e invirtiendo fuerte en tecnología. En ese contexto, se volcaron con todo a nuevas variedades de DONMARIO, entre las cuales la preferida fue Algarrobo, que se constituyó, así, en la más sembrada del país.
“Es un material de ciclo intermedio para todas las regiones trigueras que alcanzó picos de rinde superiores a los 7.000 kg/ha y con buena proteína”, puntualizó Suardiaz.
Las zonas en las que mejor rindió este trigo del grupo de calidad 2 -detalló el gerente- fueron el norte de Buenos Aires, el sur de Santa Fe y Córdoba. “En Chacabuco, por ejemplo, tuvimos muchos lotes por encima de los 6.000 kg/ha”, manifestó.
Y agregó que una conclusión bien clarita que puede sacarse de esta campaña que termina es el enorme potencial que tiene el combo trigo más soja de segunda en la zona núcleo argentina.
“Fue una buena campaña para DONMARIO. Se vio claramente la recuperación del sector agrícola en general y nosotros lo pudimos capitalizar, ya que crecimos en participación de mercado tanto en soja como en trigo porque el productor nos eligió”, cerró Suardiaz.
Un dato más, que no pasó desapercibido para el semillero, pero que beneficia a todo el sector. Al invertir los productores en productos con mayor tecnología, mejoró la venta de semilla fiscalizada. Es un hecho que constituye un interesante avance en el camino de la legalidad y el crecimiento que debe recorrer el negocio para poder seguir generando beneficios para toda la cadena productiva.
Eso permitió a los semilleros una mayor captura de valor del trabajo que hacen en investigación y desarrollo, que en el caso de DONMARIO permite obtener la genética que más eligen los productores en soja y trigo.
“Es un cambio alentador”, comenta Suardiaz, quien espera que sea el principio de un camino creciente hacia una legalidad plena. Como debe ser.